Comentarios a la ponencia titulada como «El Hombre nunca pisó la Luna» del primer congreso de historia, política y conspiración

Congreso historia politica conspiracion - Sitges - 2016El pasado 25 de junio de 2016 se celebró en Sitges, Barcelona, el primer congreso sobre historia, política y conspiración organizado por Felipe Botaya. Una de las ponencias llevaba el taxativo título de «El Hombre nunca pisó la Luna» y fue impartida por el señor José Luis Camacho.

Como es verano y tengo tiempo, me propuse perder un poco del mismo en tragarmela, gracias a que fue subida al canal de YouTube que tiene el ponente. Reconozco que miento si afirmo que en ella me esperaba encontrar nuevos argumentos e indicios que pudieran hacer dudar, razonablemente, sobre la llegada de los norteamericanos a la Luna. Sin embargo, me topé con los mismos comentarios de siempre: que si no hay estrellas en el cielo de las fotografias, que si se ven a los astronautas claramente en mitad de las sombras, que si la radiación de los cinturones de Van Allen habrían matado a los astronautas, etc. Lo que si me sorprendió fue comprobar cómo una persona que se atreve a impartir una conferencia pública, y con la facilidad que hay hoy en día para acceder a todo tipo de información, siga difundiendo, sin ningún tipo de escrúpulo, los mismos argumentos erróneos ya desmentidos en multitud de libros, documentos, seminarios, programas de televisión, documentales e incluso fotografías recientes de sondas orbitando la Luna. Quiero creer que tamaño comportamiento sólo puede ser debido a un gran desconocimiento sobre la materia que se imparte. Afortunadamente, ésta situación se puede corregir, con un poco de esfuerzo e interés, mediante el estudio, por ejemplo, de la amplia bibliografía que existe en distintos soportes. Desde aquí, me propongo ayudar al señor ponente proporcionándole información útil, razonable y contrastada sobre la materia de la que habla en su charla para que no vuelva a caer en el ridículo en un futuro próximo.

Empezaremos seguidamente, y de forma más o menos exhautiva, a comentar las afirmaciones y conclusiones erróneas que en dicho evento surgieron. Para ello haremos referencia, sobre todo, a libros y webs que se pueden encontrar facilmente por parte del público en general. No nos remitiremos, por tanto, a informes o documentos secretos sino a información pública.

En la primera parte de la charla, el ponente relata los comienzos de la carrera espacial dentro del periodo histórico denominado como Guerra fría. Habla del discurso del Presidente Kennedy en la Universidad de Rice (Texas) «el 12 de diciembre de 1962», así como del cohete Saturno V, para, posteriormente, hablar de las metas y logros que estaba consiguiendo la Unión Soviética. Primera corrección: el discurso de Kennedy fue dado el 12 de septiembre. Hasta aquí todo más o menos dentro de lo que los historiadores han relatado en multitud de ocasiones. Sin embargo, me surge una primera duda, viendo los primeros minutos de la charla, y es ¿por qué el ponente se cree, da por verdadero, este relato histórico y otros sucesos relacionados con el mismo no se los cree? Al ser una pregunta retórica no espero contestación, pero al menos podemos afirmar que hay cosas que el señor Camacho si parece creerse. No es un incrédulo total, lo cual me permite albergar ciertas esperanzas en que, con una explicación racional sobre otros hechos, el ponente será capaz de asumirlos también como verdaderos.

Breve Historia de la carrera espacialPero sigamos con la conferencia. El señor Camacho afirma que: «los norteamericanos estaban absolutamente desesperados»  por los éxitos de la Unión Soviética pero que, «en el año 1969 misteriosamente los EE.UU. se ponen a la cabeza» con el Apolo 11. «Esto es muy extraño, de repente llega EE.UU. y se pone por delante de todo». Ni fue una cosa misteriosa, ni fue una cosa extraña ni fue de repente. Para entender qué y cómo ocurrieron esos sucesos, nos remitiremos, por ejemplo, a dos libros: Breve historia de la carrera espacial y Project Apollo: The tough decisions. Así mismo, en el artículo titulado «¿Existió realmente una carrera entre los EEUU y la URSS para llegar a la Luna?«, que publiqué en este mismo blog hace unos años, se explica cómo los EE.UU fueron adelantando poco a poco, y con mucho esfuerzo, a la URSS. Lo que si se puede concluir de lo dicho por el ponente es el hecho de que, aún siendo calificado como «misterioso», los EE.UU. adelantaron a la URSS en la carrera espacial.

Después de esta especie de prólogo histórico, el orador cambia de tema y menciona a Bill Kaysing y el supuesto cálculo que hizo este ingeniero sobre la probabilidad de que el cohete Saturno V llegara la Luna. Pero el orador no explica nada más, ni cómo se hizo ese supuesto cálculo de probabilidades ni en qué se basó, ni nada de nada, eso si, a cambio, nos comenta que existe una fotografía de los astronautas del Apolo 1 supuestamente rezando ante una maqueta del módulo lunar…. ¿Qué insinua con esto señor Camacho? ¿Qué concluye con esos sesudos argumentos? Me remitiré a otro libro, muy fácil de conseguir, de un profesor de física español llamado Eugenio Fernández Aguilar, en donde habla también de Bill Kaysing. El libro en cuestión se titula «La conspiración lunar, ¡vaya timo!» donde las hipótesis planteadas por Kaysing son rebatidas con bastante facilidad. Señor Camacho, si hubiera leído este libro antes de preparar la charla que dió en Sitges, probablemente se hubiera ahorrado bastante tiempo y ridículo.

La conspiracion lunar ¡Vaya timo!El siguiente libro que comenta el ponente es el de «Dark Moon» de David Percy y Mary Bennett, libro original que tengo, por cierto, en la biblioteca de mi casa y que compré hace años en una librería del Reino Unido. El señor Camacho afirma que el libro concluye que la misión Apolo fue un fraude y fue grabada en un plató. Para corroborar supuestamente sus conclusiones se basaron en las famosas anomalias detectadas en algunas fotografías. Pero es que, en realidad, si se piensa bien, una cosa no tiene nada que ver con la otra. Y aquí está uno de los principales problemas de los conspiranoicos: que no razonan bien. Ellos dicen: como no entiendo las (supuestas) anomalias que hay en las fotografias entonces concluyo que todo es mentira y todo fue un montaje hecho en un plató. No. El razonamiento correcto no es ese, el razonamiento correcto debería ser: como no entiendo las (supuestas) anomalias que hay en las fotografías entonces he de investigar las fotografias para intentar entender lo que se ve en ellas. Y no que, como no entiendo algo, entonces ese algo tiene que ser mentira. Por cierto, en el libro «La conspiración lunar, ¡vaya timo!» también se realizan objeciones a lo planteado por Percy.

Sigamos un poco más. A estas alturas de la conferencia, el orador comete un despiste, ya que afirma sobre la misión del Apolo 13 «que no llegó a la Luna». Pero vamos a ver, nos está diciendo que todo es mentira y que ninguna misión Apolo llegó a la Luna, entonces el Apolo 13 en realidad debería ser una misión verdadera (dos negaciones hacen una verdad) porque es la que oficialmente se ha reconocido que no llegó a tocar la superficie lunar. Como vemos, surgen las contradicciones y los despistes del inconsciente muy frecuentemente. Después de esta inocente distracción, el ponente habla sobre las cámaras fotográficas Hasselblad y el carrete Kodak que llevaban los astronautas a la Luna. Sobre el carrete fotográfico afirma que Kodak nunca llegó a comercializar ese carrete tan especial. Razón para insinuar que todo fue un montaje. ¡Olé! El señor orador no ha pensado que, tal vez, Kodak asumió que para el resto de los mortales que jamás iríamos a la Luna no sería interesante comprar un carrete específico para el ambiente lunar, básicamente porque no vamos a poder ir allí a hacernos selfies... ¿Para qué voy a comprar un carrete específico desarrollado para el ambiente lunar si nunca voy a ir allí y con los carretes desarrollados para el ambiente terrestre me valen? Otra conclusión, como vemos, sin pies ni cabeza.

Camara Hasselblad con las crucesAhora entramos en el capítulo, ya clásico, de las (supuestas) anomalías en las fotografías de la Luna. Todas y cada una de esas supuesta anomalías comentadas por el señor Camacho, están explicadas en el libro anteriormente mencionado de «La conspiración lunar ¡vaya timo!»; las cruces de las fotografías, las sombras no paralelas, los astronautas alumbrados en mitad de la sombra, sombras de la misma longitud cuando los objetos tienen distinta altura, la foto de la huella, las famosas estrellas que no aparecen en el cielo, lo de que no hay crater debajo del motor del módulo lunar, lo de que si la radiación de Van Allen (que no Van Halen, señor Camacho) hubiera matado a los astronautas, que si los astronautas van a cámara lenta, que si las colinas que aparecen al fondo de las fotografías son todas iguales lo que indica que NASA reutilizó decorados, que si el Rover lunar no ha dejado huellas, que si se perdieron las cintas donde estaban grabados los videos de las misiones. Todas estas cuestiones, ya digo, están explicadas de forma clara y sencilla en ese maravilloso y estupendo libro. Mi generosidad me obliga a decir públicamente que, si hace falta, estoy dispuesto a regalar al señor Camacho un ejemplar de ese libro para que pueda salir de su error y así poder avanzar en el conocimiento de una materia que, sin lugar a dudas, desconoce en este momento.

Una vez tratado el asunto de las fotografías, el orador nos habla de la nueva nave Orion que está desarrollando la NASA para sus vuelos tripulados futuros. El ponente no se corta y afirma que la NASA «está utilizando la misma tecnología [para la nave Orion] que utilizaba los Apolo». Si el señor conferenciante fuera un poco más riguroso, sabría que una cosa es la tecnología, lo cual es evidente que no es la misma, y otra cosa es la forma cónica de la nave. Las dos naves tienen forma cónica, pero eso es una cuestión dada por ser el mejor diseño aerodinámico y nada tiene que ver con la tecnología interna de las naves, con lo cual el señor orador confunde dos términos. ¿Por qué los aviones tienen todos más o menos la misma forma, independientemente, del constructor, ya sea Boeing, Airbus u otro? Por ser la mejor forma aerodinámica. Con el fin de entender mejor este concepto, recomiendo otro libro, comentado en este blog hace poco, titulado «Los vuelos espaciales tripulados» por Max Faget. Es irónico, sin embargo, escuchar el tono indignado del ponente en este momento de la charla cuando afirma: «perdonad si hago mucha demagogia pero es que me puede». ¡Olé! Demagogia no se, pero el ridículo lo hace bastante…

los-vuelos-espaciales-tripulados-max-fagetPasamos ahora a escuchar la bonita historia de una (supuesta) injusticia. La víctima Thomas Ronald Baron. Un señor que supuestamente escribió un informe de 500 páginas, con un resumen de 50, en el que informaba a la NASA de los fallos de seguridad que hubo en el accidente del Apolo 1 y no del módulo lunar («la cabaña»), como afirma el señor ponente. Desgraciadamente, Baron tuvo un accidente en el que muere al ser arrollado por un tren en un paso a nivel y el informe y el resumen jamás ven la luz. Sin embargo el ponente afirma: «existe ¡eh! pero nadie sabe donde anda». Vamos a ver, nadie lo ha visto, nadie sabe donde está pero existe. ¿Lo ha visto usted señor ponente? En la NASA no se cortan y hablan de ello.

Otra de las grandes pruebas que repiten los conspiranoicos es la que afirma que todo se grabó supuestamente en un plató por el director de cine Stanley Kubrick. Esta es otra de las pruebas que se aclaran en el libro «La conspiración lunar ¡vaya timo!». Además, recientemente, la propia hija del director ha afirmado en su cuenta de Twitter que nada de eso es cierto y que su padre jamás grabó nada sobre el supuesto montaje a la Luna. Por cierto, el afirmar que Kubrick dejó de viajar en avión a EE.UU. para hacerlo en barco no tiene nada que ver con el hecho de grabar algo en un plató. A estas alturas de la conferencia, comprobamos que el nivel de rigurosidad ha caído a límites preocupantes.

Y llegamos ya a la última de las supuestas pruebas. A finales de 2013 los chinos lograron enviar una sonda a la superficie de la Luna llamada Chang’e 3. Pues bien, según el señor Camacho, las fotografías de la superficie lunar que ha enviado esta sonda son distintas a la de las del Programa Apolo. Yo debo tener algún problema ocular porque cuando veo unas y otras no percibo ninguna diferencia significativa. Lo cual me hace pensar, de nuevo, en que el orador solo quiere creer lo que le apetece creer. ¿Por qué da credibilidad a los chinos, una dictadura comunista por cierto, y no a los norteamericanos, una democracia occidental? ¿Por qué no se cuestionan los resultados obtenidos por la sonda de los chinos y si los resultados de los Apolo? Hay que admitir que el ponente es, al menos, bastante partidista. No es equitativo como se pudiera desear en una persona que pretende ser creíble. Por cierto, tampoco aparecen estrellas en el cielo de las fotografías mandadas por los chinos. ¿Están compinchados también?Sonda china en la LunaEn definitiva, esta conferencia es un auténtico despropósito. Por mucho que el señor Camacho se empeñe diciendo que «hay algunas pruebas que hacen indicar que efectivamente no llegamos» los supuestos indicios no concluyen nada que puedan corroborar razonablemente el título de la charla. A lo mejor se trata de algunas pruebas que no mostró en la conferencia y las tiene escondidas. De lo que no hay duda es que las supuestas pruebas que ha mostrado en la charla no son, ni de lejos, dignas de ser calificadas como tal.

Da que pensar el despropósito vivido en Sitges el pasado mes de junio… Da que pensar porque o bien se trata de una reunión liderada por una persona de escaso entendimiento y capacidad de raciocinio – el ponente afirma al final: «a nadie nos gusta que nos digan que estás equivocado, incluído en el lote» -, o bien se trata de una burda manipulación, realizada por engañanecios, con fines desconocidos aunque, seguramente, próximos al timo económico.

Señores lectores, por favor, no pierdan más el tiempo – ni su dinero – con estas cosas. Hay tantas evidencias e indicios racionales que indican que los norteamericanos llegaron a la Luna que solo un chiflado o un ser sin escrúpulos dudaría de ello.

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2 comentarios

  • El pasado viernes, día 13 de Mayo, hubo una observación pública en la explanada del Planetario de Madrid. Durante ella, se señaló en la imagen de la Luna que se proyectaba sobre el domo, la situación del lugar de aterrizaje de la expedición Apolo 11: la Base Tranquillitatis. Entonces, a algún visitante se le oyó un comentario inoportuno ante un foro de aficionados a la astronomía: «¿Todavía creéis en esa patraña?».
    Como «superviviente» de las personas que tomaron parte en el Proyecto Apolo, me siento obligado a contestar a dicha pregunta, que su autor no tuvo redaños de dirigirme personalmente.

    Alberto Martos.

    Querido Conspiramidólogo:
    Me atrevo a llamarte así porque he conocido a algunos partidarios de la Hipótesis de la Conspiración que, sin embargo, sí creían en la existencia de estructuras artificiales (pirámides sobre todo) en la superficie de la Luna. (Je je, ¡qué paradoja!)
    Dejando a un lado la historia de las banderas que ondearon en la Luna, de las estrellas que no se ven, etc, que ya han sido contestadas por NASA, yo deseo convidarte a hacer algunas reflexiones.
    Admitiendo que perteneces al grupo de personas superinteligentes a quienes no se la da con queso ni NASA ni el Gobierno norteamericano:
    ¿Sabes que España tuvo una intervención muy importante en los vuelos tripulados a la Luna, desde la Estaciones Espaciales de Fresnedillas y de Robledo de Chavela (en Madrid) y desde Maspalomas (en Las Palmas de Gran Canaria)?
    (Quien te menciona este hecho, ha trabajado en las tres, en unas fechas u otras).
    ¿Si lo sabías, te has preguntado alguna vez si la gente que trabajábamos allí (más de 100 personas) éramos todos unos gañanes incapaces de distinguir una comunicación por radio de una comunicación espacial y por eso nos engañaron con un simulador?
    ¿Sabes qué requisitos se necesitan para establecer una comunicación por radio con un vehículo que se mueve 10,8 Km/s? ¿Sabes cómo hay que efectuar el rastreo por radio con una antena parabólica cuyo lóbulo de transmisión/recepción es de 0.3º sólamente? ¿Sabes lo que quiere decir «engancharse en un lóbulo lateral» y cómo evitarlo?
    ¿Has oído hablar alguna vez de cómo afecta el efecto Doppler-Fizzeau en radiocomunicación? ¿Sabes qué hay que hacer para establecer una comunicación bidireccional con un vehículo interplanetario que se aleja o se acerca a dicha velocidad? ¿Sabes lo que quiere decir «engancharse en una banda lateral» y cómo evitarlo?
    ¿Tienes idea de cómo se puede recibir telemedidas y enviar telemandatos con líneas de datos de 9,6 Kb y un ordenador cuya memoria era equivalente a 8K? ¿Tienes idea del anacronismo en que incurres cuando aplicas a la tecnología de entonces los conceptos de hoy, como imágenes JPG, videos MP3 y simuladores de realidad vitual?
    Pues efectuar estos trabajos con aquellos medios, no era cosa de gañanes, había que estar muy bien preparado. Por lo general, éramos técnicos, ingenieros y físicos. Además, había que dominar el idioma inglés, porque era la lengua oficial en la red de Estaciones Espaciales de NASA. Incluso dentro de las Estaciones españolas, porque en ellas había personal americano. ¿Es esto propio de palurdos?
    Pero si la red de rastreo por radio de NASA contaba con una veintena de Estaciones, ¿te has parado a pensar en cuánta gente trabajó de una manera o de otra y de un país o de otro, en el Proyecto Apolo? ¿Todos analfabetos que comulgaban con ruedas de molino, … menos tú?
    Y si piensas en los vehículos espaciales, ¿tienes idea de cuántos ingenieros y científicos cooperaron para poner en marcha el Proyecto Apolo? Más de 200.000 en todo el mundo. Y todos ellos se tragaron la píldora de que los vuelos a la Luna eran reales … menos tú.
    Los astronautas depositaron en la Luna seis laboratorios autónomos (ALSEP) que se mantuvieron funcionando hasta 1977, cinco años después de la terminación del Proyecto Apolo. Durante ese tiempo, desde las mismas Estaciones Espaciales se obtuvo toda una plétora de datos geofísicos de la Luna que han servido para conocer mejor su origen y, con él, el de la misma Tierra. ¿Sabes como se llegó a la hipótesis del Impacto Gigante Oblicuo? si lo sabes, ¿cómo crees que se pudo llegar a esa hipótesis?
    Tres de esos laboratorios poseían espejos retrorreflectores, que todavía se utilizan para medir la distancia de la Tierra a la Luna con precisión de centímetros. ¿Sabías que no se trata de espejos corrientes y que su puesta en estación para cumplir el cometido a que se les destinaba, requería la intervención humana? ¿Sabes que significa la palabra «retrorreflectores»? Probablemente no, pero eso no te invalida para negar que alguien los pusiera allí.
    Los astronautas trajeron a la Tierra casi 400 Kg de rocas lunares. Estas rocas fueron cortadas en obleas, envasadas en recipientes especiales y enviadas a los laboratorios más importantes del mundo para ser examinadas. Allí, geólogos y mineralólogos expertos, midieron la edad de aquellas rocas por medios radiométricos, o sea, por la abundancia relativa de isótopos radiactivos en las muestras. ¿Sabes tú lo que son isótopos radiactivos y cómo se puede medir la edad de las rocas lunares con ellos? Pero, a pesar de sus conocimientos, aquellos científicos también mordieron el anzuelo y no descubrieron que les daban un engaño … pero tú sí.
    El resultado de algunas medidas de la edad fue de más de 4000 millones de años, o sea, más viejas que cualesquiera de las existentes en la Tierra, porque en ella la corteza se recicla y en la Luna no. ¿Sabías tú que por su edad, las rocas lunares no pueden falsificarse con rocas terrestres? Pero si lo sabías, eso no te impide negar que los astronautas trajeron rocas de la Luna.
    O quizá piensas que todas esas personas (cientos de miles) que he citado, recibieron (recibimos) dinero para callar el engaño. Ese es el último disparate que he oído decir a los defensores más recalcitrantes de la Hipótesis de la Conspiración. Era más barato ir a la Luna, porque además … estaban los rivales soviéticos.
    Los soviéticos, que perdieron la carrera espacial después de haber ido por delante durante doce años, hubieran dado lo que fuera por demostrar que los EE. UU. mentían. Pero ellos también tenían razones para creer que los vuelos a la Luna eran era ciertos … aunque tú no.
    O quizá, ni siquiera conocías estos detalles, porque verdaderamente nunca te habías interesado en saber aquello qué era aquello que negabas.